terça-feira, 23 de novembro de 2010


Se dice que, cuando Miguel Hernández murió en la cárcel, no pudieron cerrarle los ojos. Quizás sus ojos necesitaban ver y veían mucho más allá de la muerte. Yo escribí este poema sintiendo sus ojos puestos en mí.


OJOS ABIERTOS

Yo no cerraré los ojos al morir,
los dejaré abiertos para mirarte,
como el poeta.

Y tú,
verás mis ojos abiertos
y sabrás que no me he ido,
que estoy todavía a tu lado
y que escribí un día estos versos
para seguir mirándote siempre.

Sem comentários: